El amor y el odio son las pasiones que mueven el mundo. Escribir sobre ellas es mi pasión, sólo espero que leer mis palabras sea la tuya.
Clara.

martes, 21 de febrero de 2012

CAPÍTULO 31


Laura fue a la cita propuesta por Sarah. Acudió a su casa tal y como habían acordado. Quedó sorprendida al ver algunas estanterías vacías de libros y un par de cajas precintadas junto al recibidor. Pasaron a la acogedora cocina donde tomaron un café recién preparado por Sarah.

Mientras servía el azúcar en el café de Laura, su amiga le preguntó:

-¿Qué tal van las cosas con Roy? Imagino que ya está todo solucionado.

-¡Me siento muy feliz! Roy es el hombre de mi vida y no lo voy a dejar escapar nunca más -contestó Laura sonriendo a su amiga.

-Veo que te has tomado en serio la relación.

-Hemos decidido vivir juntos. Lo propuso él. A mí al principio me asustaba la idea, pero ahora estoy convencida de que funcionará muy bien y que seremos felices compartiendo el día a día.

Sarah observaba el rostro de su amiga resplandeciente de ilusión y felicidad. Se alegraba muchísimo de verla así. Recordaba meses antes cómo huía una y otra vez de las relaciones serias. Eran muchos los hombres con los que salía al mismo tiempo. Pero ahora había conocido al que le daría la estabilidad que ella necesitaba. Roy era un buen hombre y Sarah sabía que amaba profundamente a Laura y que la haría muy feliz.

El rostro de Sarah se entristeció de repente, pensó en lo diferente que había sido su historia con Alfred, el destino no les había dado ninguna oportunidad para vivir su amor. Se sentía desgraciada. Uno tras otro, habían ocurrido acontecimientos que les habían conducido a una separación definitiva. Amaba a Alfredcon toda su alma, pero este amor no había sido suficientemente fuerte para vencer a los problemas que se interponían en su relación. Pensaba en Anya y en Steven Taylor. Sarah ya no tenía más fuerzas, se sentía derrotada. Quería olvidar a Steven Taylor para siempre, había provocado un daño irreparable y deseaba no volver a verlo jamás.

La decisión ya estaba tomada, Sarah únicamente anhelaba volver a sentir un resquicio de tranquilidad y sosiego en su vida.

-¿Qué ocurre, amiga? ¿es que no te alegras por mí? -preguntó Laura bromeando.

-Sí, por supuesto que me alegro muchísimo. ¡Te felicito! -contestó Sarah.

-Y entonces, ¿por qué tienes esa cara tan triste? -cuestionó Laura a su amiga.

-No es nada. Venga, cuéntame más cosas de tu nueva vida -propuso Sarah guiñando un ojo.

-Alfred ha puesto su apartamento en alquiler. Ayer hablamos con él para ir a visitarlo y decidir si lo alquilamos y nos trasladamos a vivir allí. Me dijo que era espacioso y con mucha luz -comentó Laura.

-Te felicito una vez más... y, ¿cómo encontraste a Alfred? -preguntó Sarah.

-Lo escuchaba muy abatido. Hablaba muy pausadamente, como si no tuviera casi fuerzas para hacerlo. Con una voz serena y relajada. No hizo ningún comentario al enterarse del por qué de mi interés por su apartamento. Estaba muy triste. La conversación fue muy escueta y ni tan siquiera pude atreverme a preguntarle cómo estaba después de lo ocurrido -contestó.

-¡Ay, amiga, cómo me gustaría estar a su lado y ayudarle a superar la pérdida de Anita! Alfred no merece todo lo que le está ocurriendo -lamentaba Sarah.

-Sarah, ¡búscale!, aclara con él todo lo ocurrido. Él lo entenderá. Nada ha sido culpa tuya. Lucha por vuestro amor, Sarah -dijo Laura enérgicamente cogiéndola de sus manos y mirándola a los ojos.

-No, Laura. Ya he tomado una decisión y es definitiva. William me ha hecho ver que nuestra relación era una mentira, una mentira para los dos. Se ha dado cuenta de que yo no correspondía a su amor y hemos decidido no continuar con esto para no seguir haciéndonos daño y así poder ser felices con otras personas. Él se lo merece, es un buen hombre -explicó Sarah.

-¡Y tú también eres una buena mujer! Y también te mereces ser feliz al lado de Alfred. Os amáis, Sarah. Sólo tienes que explicarle toda la verdad y estará todo olvidado. Estoy segura que él te está esperando. ¡Hazme caso, búscale! -contestó Laura intentando animar a su amiga.

-Alfred nunca me creerá. Yo debo alejarme de él ... y alejarme también de este pueblo -miró a Laura a los ojos y dos grandes lágrimas recorrieron sus mejillas -Me marcho con Paul de Green Valley. Debemos empezar una nueva vida lejos de estas tierras. Necesito olvidar, Laura. Paul se merece un hogar tranquilo, donde los dos podamos ser felices. Estoy decidida a hacerlo. Ayer compré los billetes para él próximo viernes.


















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