El amor y el odio son las pasiones que mueven el mundo. Escribir sobre ellas es mi pasión, sólo espero que leer mis palabras sea la tuya.
Clara.

martes, 7 de febrero de 2012

CAPÍTULO 29


Sarah continuaba trabajando en la cafeteria del Country Club. Después del accidente de Steven, Linda se había hecho cargo de todos los negocios de la familia y ahora la cafeteria se llamaba Linda's café, la vida continuaba.

Sarah apagó las luces y salió a la cálida noche. Caminaba despacio pensando en todo lo que había acontecido en las últimas semanas, había sido como un huracán que arrasa todo a su paso. Sus vidas habían cambiado sin remedio y se necesitaba tiempo para recomponer los trozos. Linda, Alfred, William, Steven... ella misma, habían sido como marionetas en aquel vendaval de sucesos y ahora debía pensar qué iba a hacer con su vida de ahora en adelante.

Cuando llegó a su casa se encontró a Helen sentada en la cocina. Las dos mujeres se miraron un instante y fue Sarah la primera que rompió el silencio.

-Madre, tenemos que hablar...

-Por favor, siéntate aquí a mi lado, tengo que decirte algo -Helen sonrió.

Sarah pensó cuánto hacía que no la veía sonreír.

-Hace mucho tiempo que debía haberte hablado, pero soy una cobarde y nunca encontré el momento adecuado. Perdóname. Sarah, debes perdonarme por todo el daño que te he hecho... - Helen tomó a su hija de la mano.

-Madre, no hables así...

-¿Sabes? cuando yo era muy joven pensé que la vida me iba a ofrecer todo aquello que deseaba, que todas las ilusiones se cumplirían, una tras otra y que los sueños se hacían realidad si se deseaban con la fuerza suficiente -Helen hablaba con melancolía -Cuando conocí a tu padre me enamoré locamente de él y me dejé llevar por el amor que sentía sin pensar nada más. ¡Era tan feliz! Pero luego todo se truncó. Quedé embarazada y tuve que aparcar mis sueños, me sentí decepcionada pero al nacer tú todo cambió, eras la luz de mi vida, eras parte de mí y si yo no había podido alcanzar mis ilusiones, tú podrías hacerlo.

-Mamá...

-No, dejame terminar. Quise a tu padre, pero también le odiaba porque le culpé por no haber podido alcanzar la cima del éxito que yo había soñado -Helen rió- sin darme cuenta de que al fin y al cabo sólo eran eso, sueños y nada más. Pero luego estabas tu, mi preciosa niña, y soñé para ti el mejor de los futuros, el que yo no había tenido. Tejí mis días con ilusiones y mis noches con sueños donde tú eras la protagonista, tú los harías realidad. Cuando regresaste embarazada sentí que se me rompía el alma, que todo se venía abajo como una torre de naipes, que todo se volvía a repetir y...

-Lo sé mamá. También yo he pagado un precio muy alto -la interrumpió Sarah

-Si.Y yo te culpé también a ti. Sentí el vacio de mi interior donde los sueños habían desaparecido y en el hueco comenzó a anidar el resentimiento. Resentimiento hacia ti, hacia tu padre, hacia mí misma y hacia esta vida que me impedía una y otra vez alcanzar lo que deseaba. Ahora me doy cuenta del daño que os he causado y del daño que me he hecho a mí misma. Me he negado a disfrutar de las pequeñas cosas cotidianas tras la nebulosa del rencor.

Sarah escuchaba a su madre, hacía mucho tiempo que no la oía hablar de esa forma y una gran ternura se abría paso en su pecho.

-Sarah no cometas el mismo error que yo he cometido -continuó Helen- Tienes toda la vida por delante, tienes un hijo que te adora y debes encontrar un hombre que te quiera y que te haga sentir como una verdadera mujer. Ya sé que te he dicho muchas veces que debes buscar un padre para Paul, pero estaba confundida, escucha a tu corazón, enamórate y disfruta del amor. Déjate llevar por la pasión y por la vida ¡Es tan corta!

-Madre yo te quiero mucho -Sarah tenía lágrimas en los ojos.

-Y tu eres mi niña querida, sólo espero que algún día me perdones todo el daño que te he hecho -Helen la miraba expectante.

-No hay nada que perdonar mamá. Yo también he sentido rencor y resentimiento hacia todo y todos. Culpaba al mundo por mi infelicidad y he estado paralizada, aterrorizada de volver a cometer los mismos errores.

-Necesitas un nuevo comienzo...

-Lo he estado pensando durante las últimas semanas, quizás me marche, debo encontrarme de nuevo a mi misma y luchar por mi hijo.

Helen abrió los brazos para que Sarah se refugiase en ellos. Así abrazadas Helen murmuró a su hija

-Aquí estaré cuando me necesites.

-Siempre te necesitaré, mamá, te quiero.

-Yo también te quiero Sarah.

Una voz somnolienta las devolvió a la realidad

-¡Yo también quiero un abrazo! -el pequeño Paul se había despertado y estaba plantado en mitad de la cocina.

Las dos mujeres se echaron a reír y le dejaron un pequeño hueco a Paul, que disfrutó del abrazo que le brindaban su mami y su abuelita.


2 comentarios:

  1. ay... ojala supiera escribir asi de bien!!!

    un besazo!

    ResponderEliminar
  2. Me encanta!!!, tienes una sorpresita en mi blog, pero en el artículo anterior, espero que te guste...
    Bs

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...