El amor y el odio son las pasiones que mueven el mundo. Escribir sobre ellas es mi pasión, sólo espero que leer mis palabras sea la tuya.
Clara.

martes, 17 de enero de 2012

CAPÍTULO 26

Linda permanecía de pie en el largo corredor del hospital esperando que saliesen los médicos que habían atendido a Steven. Sabía que sus heridas eran importantes pero desconocía cuál era el estado real de su esposo. El accidente había sido brutal y Linda tenía pocas esperanzas.
Las puertas automáticas se abrieron y un médico se dirigió directamente hasta donde se encontraba Linda.
-¿Sra. Taylor? -preguntó.
-Sí, soy yo ¿Cómo se encuentra mi marido? -inquirió Linda con nerviosismo.
-Está fuera de peligro, sobrevivirá, pero lo que nos preocupa es el estado en que se encuentra -informó el médico.
-¿Qué quiere decir doctor?
-Verá, Sra. Taylor, su marido ha sufrido un accidente muy grave, debido al golpe se ha roto la columna vertebral por dos partes. Nos tememos que haya perdido totalmente la movilidad de las piernas, pero lo más grave y lo que nos preocupa es el fortísimo golpe que recibió en la cabeza y que le provocó una hemorragia interna y, es posible, sólo el tiempo nos lo dirá, que haya dañado alguna parte del cerebro. Hay que esperar un tiempo para diagnosticar con más precisión el daño sufrido y las secuelas que se puedan padecer.
Linda estaba callada, quieta, intentando asimilar toda la información que el médico le estaba proporcionando. Sentía pena por Steven, por muy mezquinos que fuesen sus actos, nadie merecía tanto sufrimiento.
-Doctor ¿qué se puede hacer? -preguntó Linda.
-De momento esperar, es lo único, el tiempo nos dirá qué debemos hacer.
-Muchas gracias doctor ¿puedo verle?
-Sí, pero le advierto que ahora está complentamente sedado y se encuentra insconsciente. El médico la acompañó hasta la habitación y se despidió de ella. Linda entró en la estancia donde se encontraba Steven que yacía en la cama con los ojos cerrados, oscuros hematomas y cortes cubrían su rostro, estaba irreconocible.
Linda se dejó caer en una silla, se cubrió la cara con las manos y comenzó a sollozar, se encontraba al límite de sus fuerzas.



Habían pasado varias semanas y Steven continuaba en el hospital, se estaba recobrando de las heridas sufridas, pero estaba completamente inmovilizado, tal y como se temían los médicos, la hemorragia cerebral había dañado partes de su cerebro. Ningún sonido había salido de sus labios desde el accidente, sus ojos miraban a un punto en la lejanía y se habían quedado presos en él. Ningún movimiento, nada que indicase que Steven continuaba allí con ellos. Vivía gracias a las máquinas que realizaban las funciones vitales que su cuerpo se negaba a realizar.
Linda visitaba el hospital cada día esperando que su marido diese algún signo de recuperación, pero su espera había resultado inutil, la situación no había cambiado desde los primeros días después del accidente. Sentada en la habitación, Linda veía pasar el tiempo sin ninguna esperanza.
-Buenos días, Sra. Taylor -el saludo del médico sobresaltó a Linda que estaba absorta en sus pensamientos.
-¡Oh! Buenos días doctor...
-Sra. Taylor, debemos hablar sobre su marido. Su estado es irreversible. No mejorará, lo siento muchísimo pero tras estas semanas y todas las pruebas que le hemos efectuado, creemos que sería casi un milagro que esta situación cambiase...
-Doctor ¿cree que debo llevarlo a casa? -le cortó Linda.
-Con franqueza Sra. Taylor, no creo que trasladarlo a su casa implique una mejoría, al contrario podría ser inadecuado. El Sr. Taylor necesita constantes cuidados médicos muy específicos que únicamente pueden ser administrados en un centro médico.
-Entonces, digame qué puedo hacer yo...
-Hemos estado evaluando su caso y lo único que nos parece idóneo es internarlo en una institución que hay al norte del estado. Es una institución especializada en casos como el de su marido. Puedo darle toda la información, visite el centro y después tome su propia decisión.
-Muchas gracias doctor. Lo pensaré, se lo prometo.
El médico salió de la habitación después de despedirse de Linda dejándola a solas con sus pensamientos.
Mirando a través de los ventanales vio el pequeño parque que rodeaba el hospital, a la gente que iba y venía, el cielo de un azul intenso, la luz cegadora del verano le obligaba a entrecerrar los ojos, a lo lejos las suaves y verdes colinas de las plantaciones de viñedos.
Sí, la vida continuaba, y ella debía seguir.
Desde la muerte de Anita no había tomado una copa y Linda había recobrado la ilusión de vivir, pero el accidente de Steven había paralizado sus planes. Miró a Steven, y le pareció que era un desconocido con el que había compartido más de la mitad de su existencia.



3 comentarios:

  1. Ufff, se me pone los pelos de punta!!!

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  2. Hola!
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    Besos.
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