Apenas
faltaban tres días para el festival. Los días pasaban rápidos y
felices para Asun. Su padre se había recuperado totalmente y ya
estaba en casa. Ella repartía su tiempo entre sus padres, el
festival y Roberto. Su vida había dado un giro radical y pese a todo
se sentía feliz. Durante la convalecencia de su padre había
recuperado su antigua idea de escribir una novela y ya tenía algunas
ideas. Se sentía pletórica y en paz.
A
mediodía, se despidió de Roberto y se encaminó hacia casa de sus
padres. Encontró a su padre sentado en su butaca, colocada junto a
la ventana. Los tibios rayos de sol se colaban por entre las
cortinas.
-¡Hola
papá! –saludó contenta besándolo con cariño.
-Hola
cielo, ¿qué tal va todo? –preguntó tomándola de la mano con
ternura.
-Ya
sabes que no me gusta alardear pero creo que este festival va a ser
recordado durante mucho tiempo –contestó ella – Por cierto, ¿qué
es eso que huele tan bien?
Una
voz desde la cocina respondió a su pregunta.
-Es
cordero asado. Ven a ayudarme –gritó su madre desde allí.
Después
de comer Francisco subió a descansar a su habitación. Su mujer le
acompañó. Asun se quedó trabajando en su novela. Estaba
entusiasmada. La vibración de su móvil la sacó del trabajo.
Distraída leyó el mensaje. Esbozó una sonrisa. Te espero bajo
el muérdago. Me muero por volver a tenerte entre mis brazos.
Contestó el mensaje.
Diez
minutos después su teléfono volvió a sonar. Distraída contestó:
-Roberto,
por favor, necesito un poco de...
- Sun? Are you Sun? I’m Steve Thomson and I...
Asunción
dejó de teclear en su ordenador y trató de concentrarse en lo que
decía su interlocutor. La cabeza empezó a darle vueltas. Nueva
York, Art&Fashion, incorporación inmediata...
Salió
a la calle sin apenas abrocharse el abrigo, corriendo y con prisa por
llegar a la escuela, donde sabía que encontraría a Roberto. Abrió
la puerta y gritó:
-¡¡Roberto!!
¡¡Roberto!! ¿Dónde estás? ¡¡Roberto!!
-Pero
bueno, ¿qué pasa? Asun, ¿Francisco está bien? ¿Ha ocurrido algo?
–estaba asustado y el aspecto agitado de ella no le ayudaba a
calmarse.
-Roberto,
Roberto ¡es maravilloso! Un milagro navideño, Thomson me ha llamado
y bueno tengo que incorporarme inmediatamente. Me ofrecen la
dirección de Art&Fashion, ¡comprendes! ¡¡Art&fashion!! Un
sueldazo alucinante y han prometido buscarme un nuevo apartamento.
Volveré a las fiestas, a relacionarme con... –Asun se interrumpió.
Roberto no contestaba y su rostro había palidecido - ¡Pero dime
algo, Roberto!
Roberto
la abrazó y ocultó su cara tras el hombro de ella. Con voz serena
respondió:
-¿Es
eso lo que quieres? ¿Es eso lo que te va a hacer feliz? ¿Qué hay
de tu novela?
Ella
se deshizo de su abrazo, retrocedió un par de pasos y se enfrentó a
su mirada.
-Roberto,
volvería a estar en el centro del mundo. Es un puesto incluso mejor
que el que perdí. Volveré y les daré a todos una lección, ¡Sun
Martin ha regresado! –respondió ella triunfal.
-Si
eso es lo que quieres no seré yo quien se oponga, Asunción. Lo
único que te pido es que no olvides quién eres y qué es lo que
realmente quieres –contestó él con voz grave -¿Cuándo tienes
que incorporarte?
-Cuanto
antes. Hay un autobús que sale en un par de horas. Si lo cojo llego
a Madrid para coger el primer avión de la mañana, ¿por qué no me
acompañas? Pasaríamos la Navidad en Nueva York, sería estupendo...
Roberto
la interrumpió:
-No,
Asun, ese es tu sueño. Mi vida está aquí, tengo un montón de
chavales ilusionadísimos con su fiesta y...
-¡Oh,
Dios mío! ¡La fiesta! ¡La había olvidado! –le cortó Asunción
-¿Crees que podríais sustituirme? No quisiera parecer egoísta pero
es mi oportunidad de volver a...
-Por
eso no te preocupes. Yo me encargo. ¿Qué vas a hacer con tus
padres? –la interrogó él.
Estaba
sufriendo como hacía mucho tiempo que no sufría. Había creído
tocar la felicidad con la punta de los dedos y nuevamente el destino
se la arrebataba. Sin embargo, quería tanto a Asunción que lo
último que deseaba era interponerse en sus sueños. Estaba tratando
de disimular el dolor que sentía aunque con cada nueva respuesta de
Sun se le iba haciendo más difícil.
-¡Mis
padres! No les he dicho nada. Pero lo entenderán, esta vez será
diferente; mantendré el contacto: vendrán a visitarme y yo volveré
a Pozuelo cada vez que tenga ocasión. Además, aquí dejo algo
pendiente –dijo mirándole fijamente.
-Lo
sé, cariño, lo sé. Vamos, no te preocupes, tienes mucho que hacer
–dijo él empujándola suavemente hacia la puerta -Llámame cuando
te instales –la besó suavemente en los labios y cerró la puerta.
Se apoyó contra la puerta; cerró los ojos y un par de lágrimas se
deslizaron por sus mejillas.
Dos
horas después, Asunción sentada en la última fila del autobús
repasaba lo ocurrido desde que había recibido la propuesta de
Thomson. Recordó la escena con Roberto y rememoró la vivida con sus
padres: habían reaccionado muy bien y le habían dado todo su apoyo,
ni un reproche había salido de sus labios y habían prometido
visitarla en cuanto Francisco estuviera completamente recuperado.
Cerró
los ojos e imaginó su vida en Nueva York. Volvería triunfante. Su
carrera había dado un paso de gigante: ya no era editora de una
revista de moda y sociedad, ahora iba a ser la directora de una de
las más prestigiosas revistas de Nueva York que aunaba arte y moda.
Volvería a las fiestas más importantes, tendría siempre a su
disposición mesa en cualquiera de los restaurantes más chic,
viviría en un lugar privilegiado y escribiría una magnífica
novela. Aquí interrumpió sus pensamientos, ¿a quién estaba
tratando de engañar? Su nuevo trabajo sería tan o más estresante
que el anterior y eso significaba llegar tarde a casa cada día,
trabajar todos los días de la semana y apenas tener tiempo para
sí... Alejó esta idea de su cabeza y se concentró en la redacción
de la carta de presentación que tenía que entregarle a Thomson en
cuanto llegara.
Llegó
a Madrid a última hora de la noche. En el aeropuerto ya no había
nadie. Se alojó en un hotel cercano. A primera hora de la mañana,
se dirigió allí. Centenares de personas se agolpaban en la
terminal. Asun preguntó:
-¿Qué
ocurre?
La
señora a la que había dirigido la interrogación contestó en un
castellano con marcado acento americano:
-Han
cerrado el aeropuerto de Nueva York. Hay un temporal como no se
recordaba. El vuelo está suspendido.
Resignada
Asun se dirigió hacia la sala VIP. Sacó su ordenador y dio los
últimos retoques a su carta de presentación. Pidió un vodka y
repasó mentalmente todo lo que tenía que hacer en cuanto llegara a
Nueva York. Lo primero, instalarse en un buen hotel y descansar.
Después, vestirse lo más elegantemente que pudiera y presentarse en
Art&Fashion. Tras la reunión, comenzaría a visitar los
apartamentos que la revista hubiera buscado. También iría de
tiendas, le parecía que habían pasado años desde la última vez.
Vio su reflejo en el espejo del final de la sala. ¿Quién era
aquella mujer? Llevaba el pelo recogido en un moño bajo, sin apenas
maquillar y con aquel viejo jersey negro, ¡qué horror! ¿Qué
pasaría si alguien la viera así? ¿Qué iban a pensar? De un trago
vacío su copa. ¿Quién iba a verla? No había dejado a nadie en
Nueva York, ninguna persona la había echado de menos y nadie se
había interesado por su suerte. Había dejado la ciudad de forma
fulminante y nadie la había llamado. Se preguntó qué había dejado
allí: un gran futuro profesional y ningún futuro personal. Aquel
pensamiento le dolió. Pidió otra copa. Ella era una triunfadora,
quería triunfar. Quería escribir. Por primera vez lo tuvo claro.
Sólo ella podía decidir su destino, sólo ella podía tomar las
riendas de su vida y encaminarla en la dirección adecuada. Espoleada
por ese pensamiento salió de la sala VIP y se dirigió hacia el
mostrador de la compañía.
-Disculpe,
¿sabe cuándo saldrá el vuelo?
-De
momento, todos los aeropuertos de la ciudad están cerrados hasta
nueva orden. Si usted tiene prisa por llegar le recomiendo que tome
un vuelo hasta Philadelphia y desde allí trate de conectar con Nueva
York en tren. Esto siempre que lo que usted desee sea estar en casa
para Navidad –contestó la joven tras el mostrador.
-Sí,
eso es lo que quiero. Voy a pasar la Navidad en casa.
Llegó
a las doce del mediodía. Aceleró el paso y con el corazón en un
puño caminó hacia el lugar de su cita. No sabía si había hecho
mal o bien. Lo único que sabía es que ella era la dueña de su
destino. Ella había elegido.
Abrió
las puertas de par en par y un tenso silencio la rodeó. Decenas de
ojos la observaban curiosos. Por primera vez supo que había tomado
la decisión correcta. Con paso firme atravesó el pasillo. Él la
miraba fijamente sin apenas poder dar crédito a lo que sus ojos
veían. Asunción le rodeó con sus brazos y susurró en su oído:
-Sé
quién soy y sé qué es lo que quiero. Esto –dijo mientras le
besaba suavemente pero con pasión.
Roberto
contestó a su beso con una furia que la dejó sin aliento. Los
aplausos del público les devolvieron a la realidad. Azorados, se
separaron.
-Bien,
creo que ahora es mi turno. Tenía que hablaros de la Navidad en
Nueva York....
Sus
padres, en el fondo de la sala, aplaudieron orgullosos a su hija.
Me gusta desconectar y compartir unos minutos con tu blog y su lectura .
ResponderEliminarUn besazo
vi esta peli y me encanto!!! :)
ResponderEliminaresta genial que nos informes sobre las pelis del momento :D
http://www.villarrazo.com/behindthestyling/
A veces me gusta leer blogs como el tuyo, escribes genial. Así da gusto.
ResponderEliminarlaflordelys.com
Helena