Al
entrar en la habitación del hospital encontró a su madre sujetando
el tazón de leche de Francisco, pues éste aún estaba demasiado
débil como para desenvolverse por sí solo en la tarea. Pilar le dio
un par de tiernos besos en la frente a su marido, mientras éste
sorbía la leche aún muy caliente. Se miraban con dulzura. Ella
cuidaría de él intentando mejorar el desvelo que había demostrado
día a día desde hacía ya algo más de treinta años. La vida les
había vuelto a dar una segunda oportunidad y no había hecho falta
pronunciar ni una sola palabra para saber que no la desaprovecharían.
Intentarían amarse aún más cada día, disfrutando minuto a minuto
de la compañía del otro, complaciendo a la persona amada siempre y
repitiéndose a cada momento que no podrían vivir uno sin el otro.
-Buenos
días, papás. ¿Qué tal has pasado la noche? -preguntó Asun
sonriendo y regalando un par de besos a cada uno.
-Hola
cariño. Estoy mejor, y sólo deseo que el doctor me dé el alta
médica para pasar las Navidades junto a vosotras en casa -contestó
Francisco.
-Así
será, papá. Ya lo verás -aseguró Asun cogiendo una de las manos
de su padre acariciándola.
Asun
deseaba exteriorizar todas sus emociones tras el descubrimiento del
álbum en el armario de sus padres, pero no sabía cómo iniciar la
conversación. Durante muchos años habían guardado silencio al
respecto, pero ella ya no podía soportar más aquel mutismo sin
sentido. El deseo de expresar su arrepentimiento, pedirles perdón y
proclamarles su nuevo amor renovado era demasiado fuerte. E,
inevitablemente, mientras todos estos pensamientos colmaban su mente
rompió a llorar. Su angustia se desbordaba.
-Asun,
mi amor, ¿qué te ocurre? -le preguntó Pilar con desazón.
-Mamá,
un sentimiento muy grande invade mi corazón. Tengo que hablaros. Os
pido que me dejéis deciros cuánto necesite, aunque sé que mis
palabras no podrán reparar el dolor que os he causado durante todos
estos años. Estoy muy arrepentida y… -decía Asun sin poder
levantar la mirada del suelo mientras sus lágrimas se perdían al
caer de su rostro.
-Cariño,
¿de qué te vas a disculpar? Somos tus padres y te queremos, Asun
-dijo Pilar abrazando a su hija.
-Deja
que hable, Pilar. Necesita hablarnos para tranquilizarse. Déjala que
hable -afirmó Francisco extendiendo su mano, cogiendo la de Pilar y
acercándola a él.
-Gracias,
papá -dijo Asun aún más emocionada -durante estos años he
intentado esconderme de cualquier cosa que tuviera algo que ver con
mis orígenes. Y desgraciadamente y, sin que yo quisiera que fuera
así, también lo hice de vosotros. Vivir en Pozuelo era una deshonra
para mí, así que decidí enmascarar mi pasado y no volver a mirar
atrás. Olvidaba felicitaros los cumpleaños, pasaban semanas sin que
tuvierais noticias mías y nunca escribí. Lo siento, lo siento mucho
de verdad. Pero cada vez se hacía más complicado para mí, cuánto
más tiempo pasaba más me costaba descolgar el teléfono, mi
vergüenza aumentaba día a día. Y cada día también, me arrepentía
de haberos expulsado de mi vida de esta forma, sin motivo alguno.
Siendo la insensatez de aquella adolescente que salió del pueblo, la
única justificación. Me dejé arrastrar durante muchos años por
las ansias de poder y por la fama -explicaba Asun sin dejar de
llorar.
-Hija,
sabemos todo lo que has conseguido gracias a tu esfuerzo y para
nosotros eso es un gran motivo de orgullo -le dijo Pilar llorando,
muy afectada por las palabras de su hija.
-Mamá,
lo sé. He visto las revistas en el armario y por ello quiero
agradeceros desde lo más profundo de mi corazón vuestro amor. Nunca
entenderé cómo habéis hecho para soportar mi comportamiento de
todos estos años, os admiro. ¿Cómo puedo disculparme? ¿Qué tengo
que hacer? -preguntó Asun mirando a los ojos a sus padres.
-Nada,
Asun. Haberte tenido a nuestro lado estos días y saber que has
cambiado es más que suficiente. No tienes que hacer nada, hija. Te
queremos, siempre te hemos querido -dijo Francisco muy emocionado.
-Os
quiero, papás. Nunca nada nos volverá a separar. Ahora solo deseo
recuperar el tiempo perdido. ¡Os quiero! -exclamó Asun mientras los
tres se fundían en un entrañable abrazo.
Que historia tan bonita!!
ResponderEliminarbsos
http://www.villarrazo.com/behindthestyling/2012/06/09/look-del-dia-the-guy-from-nyc/
Me parece una pasada cómo escribes. Bss
ResponderEliminarMe encanta que Asun le diga a sus padres esos sentimientos... parece ser que la enfermedad del padre ha hecho que se abra de esa forma, no?
ResponderEliminarDe la noche anterior entre la pareja, no hay ninguna conversación???
Un beso muy grande
marian.domenech.blogspot.com
Qué bonito y qué bien escribes. Leyendo esto me he acordado de lo mucho que nos cuesta a veces decir "te quiero" a nuestros padres. Al menos a mí. Lo doy por hecho y lo digo poco. Muy mal por mi parte.
ResponderEliminarEn cambio a mi hijo lo tengo frito, el pobre. Yo creo que se debe pensar que el "te quiero" es como un "hola", algo que se dice cada 2 x 3, jajaja!
Muaaa
He andado un poco liadilla estas semanas pero ya me he puesto al día con tus posts jeje.
ResponderEliminarLa historia me encanta :D
Un besito ^^
http://janakitchen.blogspot.com
Q blog tan original visita mi blog para darme algun consejillo. Perritafaldera.wordpress.com
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