El amor y el odio son las pasiones que mueven el mundo. Escribir sobre ellas es mi pasión, sólo espero que leer mis palabras sea la tuya.
Clara.

martes, 20 de marzo de 2012

CHRISTMAS SUN 1


Sun Martin esperó a que se abrieran las puertas del ascensor y salió decidida, con paso firme, en la decimoséptima planta del edificio Samuel Lewis que se alzaba en pleno centro de Manhattan. Entró directamente en la zona de recepción donde una joven tras un mostrador se encargaba de la centralita bajo un gran letrero luminoso que resaltaba en la enorme pared trasera donde se podía leer TOP FASHION- New York.
Miranda, la recepcionista, levantó un momento la vista y sonrió a Sun Martin y sin sonido gesticuló con sus labios un “Buenos días”. Sun le devolvió la sonrisa y girando hacia la derecha entró en la redacción de la revista, una de las más prestigiosas del momento en el sector de la moda.
Llevaba un sencillo conjunto Chanel de falda y chaqueta que resaltaban su escultural figura y dejaba al descubierto sus preciosas y bien torneadas piernas. Su pelo negro enmarcaba un bello rostro, casi sin maquillar, pues la genética había sido generosa con ella y sus enormes ojos negros no necesitaban de artificios para resaltar en su casi perfecto rostro, sólo un toque de rojo en sus labios que hacía aún más patente su belleza. Sun Martin era consciente de las miradas de admiración que dejaba tras su paso.
Caminó decidida hacia el fondo de la gran oficina, dejando a su izquierda una veintena de mesas ocupadas por los becarios y auxiliares de redacción que ya a primeras horas de la mañana estaban pegados a sus ordenadores, haciendo las modificaciones y todo el trabajo técnico que se requería para que la revista saliese cada semana. Era un trabajo duro, bien lo sabía ella, que cuando llegó hacía ya cinco años ocupó una de aquellas mesas.
Siguió andando hasta llegar a la puerta de su oficina que se encontraba en la parte derecha de la redacción. En la puerta se podía leer Sun Martin – Redactora Jefe. Abrió la puerta, entró y cerró tras de sí.
Dispondría todavía de unos minutos para sentarse tranquilamente, tomarse el café que llevaba en la mano y despertar toda la energía que necesitaba para enfrentarse a un nuevo día de locura en la redacción.
Se sentó en su sillón girándolo para encararse a través de su ventana al magnífico espectáculo que se ofrecía a su vista, el día empezaba a clarear y los rayos dorados del sol se reflejaban en los cristales de los cientos de edificios y rascacielos que se elevaban cada vez más altos, como si quisieran alcanzar lo inalcanzable.
Dio un sorbo a su café e hizo una mueca de asco, jamás había podido acostumbrarse al brebaje al que llamaban café y que los americanos bebían por litros. Pero si había que beber café par ser uno de ellos, se bebía y ya está. Asunción Martínez lo sabía muy bien y había aprendido a costa de esfuerzo y trabajo. Cuando llegó con una licenciatura de periodismo y una beca bajo el brazo supo que aquello no iba a ser nada fácil, aun cuando tenía las mejores notas de su promoción. Le habían abierto las puertas de la Gran Manzana y ella había elegido la revista Top Fashion porque pensó que allí le sería más fácil aprender debido a la versatilidad de sus contenidos. Había que averiguar las últimas tendencias, quién las iba a promocionar, qué personaje las iba a llevar a una estreno de cine o a un premio. Había que estar a la última en los cotilleos, quién dormía con quién, o quién había dejado de dormir, quién estaba a punto de divorciarse o quién se había entrometido en un bien asentado matrimonio y se olía una ruptura sonada, divorcios que costaban millones de dólares y mujeres que al sentirse abandonadas y sustituidas por alguna jovencita se convertían en dueñas y señoras de todo lo que poseían sus ahora ex maridos, quién se había internado en una clínica para deshabituarse al alcohol o las drogas y quiénes volvían de nuevo a las andadas, en fin una verdadera locura y un gran reto para ella.
El inglés aprendido con tanto esfuerzo en el colegio y en las academias en España, resultó que nada tenía que ver con el inglés al que se enfrentó cuando llegó. ¡No entendía nada! Pasó horas y horas robándoselas al sueño frente a la televisión, intentando imitar el acento, aprender las expresiones de asombro, de alegría, de decepción, el argot coloquial, repetía y repetía sin cesar hasta que logró que su acento si no totalmente neoyorquino si que tuviera un deje indefinido, que aún la hacía más interesante.
Pero todo su esfuerzo se vio recompensado. Cuando la beca estaba a punto de extinguirse, le ofrecieron un puesto de auxiliar de redacción y con ello la posibilidad de conseguir la carta verde que le permitía quedarse en el país, vivir en Nueva York, huir de su pasado y ser alguien nuevo. Asunción Martínez quedó atrás para convertirse en Sun Martin. Joven, guapa y ambiciosa. Aquello iba a ser el principio y el presente era de lo más prometedor.
Un par de buenas entrevistas y algo de suerte la elevaron al rango de redactora jefe y después de tres años sentada en una de las mesas que se apiñaban una tras otra a la izquierda de la redacción, pasó a la ocupar uno de los despachos de la derecha con su nombre en la puerta y un gran ventanal que ponía Manhattan a sus pies. Bebió el último sorbo de aquel inmundo brebaje y se dispuso a trabajar.
Miró los mensajes que tenía sobre la mesa, dos reuniones de trabajo por la mañana y una entrevista importante con un nuevo diseñador que estaba haciendo furor en las pasarelas con propuestas imposibles pero aquello era Nueva York y cualquier cosa era posible, miró su iphone tenía un mensaje, era de William “Me encantó la cena de anoche”.
Sun sonrió recordando la cena de anoche, ya que no cenó. La noche había sido inmejorable. Cuando llegó a su casa escuchó música clásica, y un delicioso olor a salsa boloñesa la asaltó de inmediato. William estaba en casa, llevaban un año viéndose, aunque no vivían juntos, él pasaba muchas noches en el apartamento de Sun, y había llegado a sentirse como en su propia casa. Del pequeño apartamento donde vivió al principio, había pasado a un lujoso apartamento con vistas al Central Park. Un día entró en una librería por el simple hecho de pasar un rato cuando se encontró hojeando un pequeño libro de historias, su autor William Declan. Estaba absorta leyendo uno de los cuentos cuando a su espalda oyó la voz armoniosa de un hombre dirigiéndose a ella.
-Si quieres te lo dedico.
Sun giró en redondo para encontrarse con un par de ojos azules que la miraban con picardía, un mechón de pelo castaño le tapaba parte del ojo derecho. Azorada miró la trasera del libro y efectivamente William Declan aparecía en la contraportada. Sonrió sin saber muy bien qué decir.
-Te lo dedico si tú me dedicas 15 minutos de tu vida y nos tomamos un café juntos –dijo William con un tono pícaro en su voz y una sonrisa divertida bailándole en su rostro.
Y allí había empezado todo, un año después seguían juntos y Sun estaba colada por él hasta los huesos. Aunque los últimos libros de William no habían tenido mucho éxito, ella lo había apoyado en todo momento y sobre sus hombros recaía la responsabilidad de pagar todos los gastos, pues los ingresos de William eran pocos e irregulares, pero a Sun no le importaba, él lo conseguiría y el éxito volvería a sonreírle. Además William la introdujo en los círculos intelectuales más vanguardistas y de allí pudo sacar material y contactos para su propio beneficio.
Rememoró la noche anterior y un delicioso escalofrío le recorrió la espalda. Se había quitado los zapatos de tacón alto nada más entrar en su casa, notando el suave tacto del suelo de madera bajo sus pies, era una sensación que siempre la trasladaba a su niñez, a la casa de sus padres, al caserón de piedra y madera del pueblo… sacudió la cabeza para despejarse y fue silenciosamente hacia el salón. William estaba en la cocina, preparando la cena, el olor de las especias y del tomate fresco eran inconfundibles, estaba preparando su famosa salsa boloñesa que acompañaría a un buen plato de pasta. Sun lo observó desde el quicio de la puerta, una barra americana separaba la cocina del salón y podía ver cómo se afanaba probando con cuidado su salsa. Era un hombre muy guapo, allí de espaldas podía ver sus brazos musculosos con las camisa arremangada hasta el codo, brazos y manos fuertes pero delicadas. Su espalda ancha acababa en un buen torneado trasero que la volvía loca. Su pelo como siempre demasiado largo le obligaba a llevarse la mano a la cabeza para retirarse el flequillo hacia atrás. Era el gesto de William que más le gustaba.
-¡Sun, cariño, ya estás aquí! –la exclamación la sacó de sus pensamientos.
Entró en el salón y William rodeó la barra para abrazarla y darle un cariñoso beso en los labios.
-Tus labios saben mejor que mi salsa, te los comería –dijo quedamente en su oído. Le quitó la chaqueta con suavidad dejándola caer sobre el sofá.
-Me encanta el olor de tu pelo –susurró.
-Will no seas tonto, llevo todo el día trabajando y necesito… - no pudo acabar la frase porque él volvió a besarla nuevamente, desabrochó con pericia el botón que sujetaba la falda que cayó desmayada a los pies de Sun.
Él seguía besándole el cuello, el lóbulo de la oreja, susurrándole bajito.
-Eres la mujer más bella que conozco… te amo.
Uno a uno desabrochó los botones de su blusa de seda y metió sus manos por debajo para sentir el calor de su piel. Un escalofrío de placer la recorrió.
La besó sintiendo los carnosos labios de Sun entre los suyos y como sus lenguas se encontraban y recorrían sus bocas, esperando encontrar algún rincón que no hubiesen explorado antes.
Sun se apartó y le desabrochó la camisa y acarició su pecho fuerte y musculoso, duro como el acero, que William se cuidaba de mantener gracias al gimnasio. Sin dejar de acariciarlo Sun se fue arrodillando muy despacio sin dejar de mirarle a los ojos y comenzó a desabrocharle el cinturón y los botones de los vaqueros que llevaba. Notó su excitación al igual que notó cómo su sexo se humedecía de impaciencia.
William se agachó junto a ella besándola con avidez y suavemente la echó sobre la alfombra, le quitó los pantys que aún cubrían sus piernas, ella arqueó la espalda muerta de deseo por él. Sun notó como la penetraba suavemente, sin quitarle las minúsculas braguitas que llevaba y sin dejar de besar su cuello, sus labios, sus pechos turgentes que con un ligero movimiento habían salido de la prisión del sujetador.
Los movimientos de William se fueron haciendo más impetuosos y Sun agarrada a la suave alfombra no podía resistir el placer que le recorría desde los riñones toda la espina dorsal, que se curvaba hacia arriba para recibir los embates del sexo de William. Él le cogió las manos aplastándolas contra el suelo, entrelazando sus dedos cuando notó que estaba cerca del éxtasis. Los dos cuerpos convertidos en uno exhalaron un grito de placer cuando al unísono alcanzaron un orgasmo que los dejó exhaustos uno sobre la otra.
-La salsa…-dijo Sun.
-Olvídate de la salsa –contestó William besándola de nuevo.

Sun Martin estaba hablando por teléfono cuando unos suaves golpes en su puerta llamaron su atención, la puerta se abrió un poco y asomó la cara simpática de Amanda, la Secretaria de Dirección. Con un gesto de la mano le dijo que esperara y tras unas palabras y una corta despedida colgó el teléfono.
-Hola Amanda ¿qué te trae por aquí? -preguntó con una sonrisa.
-Sun, cariño, el gran jefe quiere verte y no me preguntes más porque no sé de qué va todo esto -dijo de carrerilla.
-De qué va ¿el qué? –Sun estaba intrigada.
-No sé, lo único que te puedo decir es que hay muchas idas y venidas, nada más.
-Bueno, está bien, dile que al final de la mañana tengo un hueco y podré hablar con él, ahora tengo una reunión…
-Lo siento cielo –la interrumpió Amanda -ha dicho que quiere verte ahora, de hecho soy tu escolta –dijo con embarazo.
-¿Has traído las esposas? –preguntó Sun entre divertida y curiosa –Te informo que sólo hablaré delante de mi abogado y que si me lo vas a poner difícil me acogeré a la quinta enmienda.
Las dos jóvenes se echaron a reír y charlando amigablemente se dirigieron hacían los ascensores, debían subir a la decimonovena planta. La planta noble, el Olimpo de los directivos. Grandes despachos, salas de reuniones donde de lo último que se hablaba era de moda o cotilleos, pero sí de inversiones, bolsa y dólares. Jugaban al monopoli de las altas finanzas y decidían si compraban una calle o cuánto debían de pagar para seguir jugando.
Sun iba pensando qué demonios quería el gran jefe, como llamaban al Presidente de la Editorial, de ella. Quizás fuese un aumento de sueldo o quizás una mejora profesional. El editorial que habían sacado en el último número había sido un bombazo y se habían vendido cientos de miles de ejemplares.
Amanda se sentó tras su mesa y pulsó el botón interlocutor.
-Señor Wright, la Srta. Martin está aquí.
Sun no pudo escuchar la respuesta pero Amanda le indicó con un gesto que podía entrar. Se arregló el pelo, se estiró las mangas de la chaqueta, se pasó las palmas de las manos a ambos costados de la falda y abrió la puerta con decisión.
-¡Ah! Aquí está Srta. Martin.
-Buenos días Sr. Wright –saludó afablemente.
-Siéntese, por favor. Quiero que sepa en primer lugar lo agradecidos que estamos en la compañía por su trabajo y por el esfuerzo que ha demostrado estos últimos años, pero la situación devenida por la crisis, ha hecho decrecer las ventas y ello nos obliga a tomar decisiones muy penosas, pero necesarias si queremos…
El Sr. Wright siguió hablando. Sun pensó ha sido el editorial de la semana pasada, estoy segura.
-¿Es por el editorial del número pasado? –le interrumpió.
-Lo siento, Srta. Martin, pero esta vez ha cazado una presa que no se debía tocar, y he recibido algunas llamadas que comprometen muy seriamente a la revista y como usted comprenderá la revista es lo más importante, me han pedido su cabeza y estoy dispuesto a concedérsela.

Salió del despacho como una sonámbula, ni siquiera escuchó lo que preguntó Amanda.
-Sun ¿te encuentras bien? –inquirió al ver la palidez del rostro de su compañera.
Sin contestar bajó por las escaleras, despacio para poder recomponerse de nuevo, para poder asimilar el mazazo que acababa de recibir. Tenía el resto de la semana para recoger sus cosas y no dejar asuntos pendientes. Las piernas le fallaban y tuvo que sentarse en un escalón rompiendo a llorar. Todo se había roto en tan solo quince minutos. Sus sueños, sus proyectos, todos se había hecho añicos. Intentó calmarse pues no iba a irse como una perdedora, si salía, saldría pisando fuerte y sonriendo.
-Nadie -pensó- nadie va a sentir lástima de Sun Martin.

La ciudad se iba engalanando poco a poco para la celebración de la Navidad. Los empleados municipales iban colgando las luces que adornarían las calles, las tiendas daban la bienvenida a estas fiestas colgando adornos y todo ello faltando un mes para las fiestas, cada año las Navidades comenzaban antes. Sun seguía llamando a las redacciones, pero siempre se encontraba con una pared infranqueable. “Lo siento, el director está reunido en este momento.”, “Déjeme su número y le llamará” etc. Un montón de excusas que no la llevaban a ningún sitio. Las semanas pasaban y el dinero se iba acabando, la situación se estaba volviendo tensa con William.

9 comentarios:

  1. Hola!!
    Todo lo relacionado con NY me enamora así que esta entrada me ha encantado! menuda currada!
    Besitosss

    ResponderEliminar
  2. Menudo Post !!!!
    Un Besazo .
    escuestiondestilo.blogspot.com

    ResponderEliminar
  3. Un post muy chulo.
    Un bs, que tengas un buen día.

    http://www.villarrazo.com/behindthestyling/

    ResponderEliminar
  4. Que sepas que me estoy enganchando más y mas...
    Un bs muy grande
    mariandomenech.blogspot.com

    ResponderEliminar
  5. Madre mía, qué interesante! Sólo me faltaban las palomitas!! Besos <3<3

    ResponderEliminar
  6. Estamos de sorteo. Unos productos de Miriam Quevedo. Un Serum y unas gotas de Diamante y Platino de lujo exclusivo!! Anímate y participa.
    Un bs, que tengas un buen día.

    http://www.villarrazo.com/behindthestyling/

    ResponderEliminar
  7. Muchas gracias Clara, eres muy amable.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  8. Un post muy chulo...Me gusta como escribes!
    Me he hecho seguidora tuya porque me gusta apoyar otros blogs.Me encantaría que te pasaras por el mío y tu también me apoyas si te gusta.Un besazo
    Nuevo Look .Maya Hansen.
    http://www.misstaconeslejanos.com/2012/03/look-maya-hasen.html

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...