El amor y el odio son las pasiones que mueven el mundo. Escribir sobre ellas es mi pasión, sólo espero que leer mis palabras sea la tuya.
Clara.

martes, 6 de marzo de 2012

CAPÍTULO 33


Sarah terminó de cerrar la maleta, ya lo tenía todo preparado. Paul estaba desayunando con Helen en la cocina.

-Abuela, ¿vendrás a visitarnos?- le preguntó el niño.

-Claro, cariño. Iré a menudo, y tú también vendrás a pasar las vacaciones aquí conmigo -contestó Helen con una sonrisa.

Sarah entró en la cocina.

-¿Ya has terminado Paul? -preguntó.

- Sí, mami -contestó el niño.

-Madre, he dejado algunas cajas que mandaré a recoger. En cuanto estemos instalados vendrás a visitarnos, ¿verdad?.

-No lo dudes. Os voy a echar mucho de menos. ¡Date prisa! si no perderéis el autobús.

Helen los condujo hasta el centro de la ciudad, donde estaba la parada. Madre e hija se fundieron en un abrazo.

-Te quiero -musitó Helen.

-Yo a ti también, mamá - respondió Sarah.

-Me marcho, no quiero veros partir.

Paul y Sarah vieron marchar a Helen. Se sentaron en un banco. Sarah miró a su alrededor despidiéndose de las calles que habían formado parte de su vida.

-Adiós Green Valley, hasta pronto. Adiós Alfred, espero que seas feliz. Adiós Laura, no hagas sufrir mucho a Roy. Adiós William, gracias por tu comprensión. Adiós Anita, cuida de todos ellos.

Un estridente chirrido de neumáticos la sacó de sus pensamientos, Alfred frenó el coche al otro lado de la calle.

Bajó de su coche y cruzó la calle dirigiéndose a Sarah y Paul.

-¡Alfred, has venido!

-Hola Paul. Toma, te he traído un regalo -dijo Alfred, tendiéndole uno de sus cómics preferidos.

-¡Qué guay, gracias! - dijo el niño sentándose en el banco y abriendo el cómic.

Se quedaron uno frente al otro.

-Sarah, durante estas últimas semanas han ocurrido muchas cosas, todas terribles, y una sola buena, tú -dijo Alfred tendiéndole una pequeña caja aterciopelada.

Sarah miró lo que le tendía Alfred, lo único que podía contener aquella caja era un anillo. Con un gesto de su mano la rechazó.

-No, Alfred. Ya he tomado mi decisión -contestó categórica.

-Prometo llevarte a cenar a románticos restaurantes. Prometo pasear contigo por las calles de Green Valley cogidos de la mano. Prometo mirarte tiernamente a los ojos y besarte bajo cada farola. Prometo susurrarte al oído que te he echado de menos. Prometo llevarte a una maravillosa cascada de agua cristalina y bañarnos desnudos. Prometo amarte todas las noches hasta el amanecer. Prometo decorar contigo nuestro hogar. Prometo que nuestro amor nunca se marchitará y te prometo envejecer junto a ti. Todo esto te lo prometo si me lo permites.

Sarah negaba con la cabeza.

-Es demasiado tarde, y mi autobús ya está llegando.

Alfred agachó la cabeza abatido. Cruzó la calle y se apoyó en el coche de espaldas al autobús, no podía ver a Sarah partir. Escuchó cómo el autobús frenaba, oyó el sonido característico de las puertas al abrirse. Al cabo de unos minutos volvió a oír cómo se cerraban y cómo el autobús arrancaba y se alejaba llevándose a Sarah.

-¡Alfred! ¡Alfred! -era Paul quien gritaba.

Alfred se giró y vio a Sarah y Paul que permanecían en la parada. Su rostro se iluminó y corrió hacia ellos. Cogió a Sarah por la cintura, abrazándola contra sí y buscó sus labios.

-¿No tenías algo para mí? -preguntó Sarah con una mirada pícara.

Como respuesta, Alfred sólo pudo volver a besarla. Paul le agarraba reclamando su atención. Lo cogió en brazos.

-¡Ven aquí, pequeñajo!




Con Paul en sus brazos tomó a Sarah por la cintura y musitó a su oído:

-Vámonos a casa.

3 comentarios:

  1. Ah!!! me gusta!!

    Sos una genia

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  2. que bonito!!

    te invito a que entres en mi blog estoy de SORTEO DE UN VALE DE 50€ EN ZARA
    Animate!
    Feliz dia de la mujer!
    besos
    Lidia

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  3. PERO QUE INTERESANTE!!! PÁSATE SI QUIERES POR NUESTRO BLOG, ESTAMOS DE SORTEO!

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