El amor y el odio son las pasiones que mueven el mundo. Escribir sobre ellas es mi pasión, sólo espero que leer mis palabras sea la tuya.
Clara.

domingo, 10 de julio de 2011

CAPÍTULO.7

Durante toda la noche intentó conciliar el sueño pero le fue imposible pues estaba muy excitada después de haber pasado aquel fantástico día con Alfred.
Acostada en su cama miraba el reloj de su mesita de noche en el que los minutos y las horas pasaban lentamente.
Sabía que a partir de ahora todo sería diferente. Había logrado enamorar al hombre más deseado de Green Valley. La había besado y, para ella, aquello era una prueba de amor. Pasó toda la noche tumbada en su cama mirando el techo de su habitación, imaginaba una y otra vez la maravillosa escena vivida con Alfred; aunque cerrara los ojos, él seguía estando allí. Lo notaba a su lado. Sentía otra vez sus caricias, sus penetrantes miradas. Revivió una vez más el apasionado beso que produjo en ella aquel cosquilleo tan singular, del que aún no había conseguido desprenderse.
Se vió muy diferente al resto de chicas de Green Valley: Alfred la había elegido a ella. Se sentía guapa, muy guapa. Ahora le encantaban sus piernas, sus pechos, sus manos, sus labios... hasta los rizos de su pelo, que antes detestaba.
Sonreía. ¡Era tan feliz! Después de mucho tiempo volvía a sentirse importante para alguien. Tenía muchísimas cosas que ofrecerle a Alfred. Iba a apostar por esta relación y estaba segura de que iba a ganar.
Sarah estaba convencida de que Alfred compartía los mismos sentimientos, que él también estaba pensando en ella. Lo imaginaba en su cama recordando, como estaba haciendo ella, los apasionados momentos que habían vivido.
- ¿Cuándo me llamará? -se preguntó de repente Sarah.
Esperaría impaciente ese momento. No sabía muy bien qué le diría, porque el cosquilleo que sentía cuando él estaba cerca le impedía comportarse con normalidad.
Lo que sí sabía Sarah era que aceptaría cualquier propuesta que él le hiciera. La invitaría a ir al cine, a cenar o simplemente a dar un paseo por Green Valley. Ella aceptaría.
- Cualquier opción será perfecta -se dijo Sarah -porque estaré con él.
Deseaba con impaciencia llegar al Taylor’s coffee shop, tenía que contarle a Laura todo lo ocurrido con Alfred, ¡menos mal que hoy abría Laura! Ella era la única persona a la que podía confesar sus sentimientos.
- Me encantará ver su cara cuando le cuente lo que pasó con Alfred -se decía Sarah mientras conducía camino del trabajo. En su rostro se había dibujado una enorme sonrisa y sus ojos tenían un brillo especial, resplandeciente.
Aparcó el coche rápidamente y fue corriendo hasta la puerta de la cafetería. Su compañera ya estaba dentro encendiendo las luces y abriendo los dos grandes ventanales por los que se accedía a la terraza.
No se había percatado de su llegada debido al ruido de las pesadas persianas. Sarah se sentó en una banqueta de la barra, cruzó las piernas y con una mirada y una voz muy sensuales le dijo:
- Pregúntame con quién pasé ayer el día
-Pero, ¿qué es esto que perciben mis  sentidos? -preguntó Laura mientras se acercaba al lugar en el que estaba Sarah y apoyaba sus manos en la cintura de Sarah -. A ver, a ver, huelo amor; veo felicidad, la ligera dulzura de unos besos; oigo mariposas en tu estómago y el tacto... el tacto, ¿de quién es? ¡Dímelo tú! -le dijo Laura.
Sarah se quedó boquiabierta aunque la sonrisa no desapareció en ningún momento. Laura ya sabía de qué le iba a hablar. Ella era una experta en este tema y conocía muy bien a su amiga.
- ¡Nunca dejas de sorprenderme! -exclamó -¿Cómo sabes que me refiero a... ? -preguntó.
-Querida, la mirada de tus ojos me lo está diciendo todo -afirmó Laura.
Las dos a la vez estallaron en carcajadas.
-¿Quién ha sido el que te ha cambiado de esta manera, niña?
Sarah miró profundamente a los ojos de su confidente, sonrió y le dijo:
-No he dormido en toda la noche recordando el beso tan apasionado que me dio. Fue maravilloso.
Laura se sentó junto a ella en otra banqueta. Le preguntaría cada detalle de lo que había ocurrido. Le encantaba ver a su amiga sonreír de aquella manera.
Ahora sólo quedaba escuchar la apasionada historia que le contaría y animarla para que siguiera al lado de aquella persona que la estaba haciendo sentirse tan feliz y tan llena de vida.
-¿Quién fue? Esto es lo más importante -afirmó Laura -. ¿Dónde te llevó? ¿Cómo te besó?... Venga, cuéntamelo todo -le preguntó muy intrigada.
-He pasado el día más especial de mi vida con Alfred Gonzáles, el hombre más maravilloso de Green Valley -confesó Sarah.
-¿Alfred Gonzáles? ¡Te has ligado al monitor de natación! Pero, niña, eso está muy bien. Es un bombón de hombre y a mí me encantaría que se derritiera en mi cama -bromeó Laura mientras deslizaba las manos desde su cuello hasta las piernas.
-La que se derritió ayer fui yo, y en sus brazos. Me besó mientras estábamos tumbados en una manta en la orilla del río -explicaba mientras jugaba con un revoltoso mechón de pelo.
-Y te declaró su amor, ¿antes o después de besarte? -le preguntó Laura sin desdibujar la sonrisa de su rostro.
-No hizo falta que me confesara su amor, sus miradas y sus besos me dicen que está enamorado de mí. Laura, los sentimientos hacia otras personas no siempre se pueden expresar con palabras y más aún cuando es tan intenso como lo que sentimos Alfred y yo -explicó Sarah.
-¿Cuándo os volveréis a ver? ¿Irás a dormir a su casa?
-Mis ganas de volver a estar otra vez muy cerca de él, mirarle fijamente a los ojos, acariciar suavemente su rostro y besarle una y mil veces son inmensas pero también debo entender que las relaciones serias comienzan muy lentamente -le explicó a su confidente.
-¡Oh! Hoy es su día libre. Es una lástima que los lunes no haya cursos de natación... -replicó Laura.
Sarah ya no escuchaba a su amiga. Al fin había compartido con alguien aquello que había conseguido quitarle el sueño durante toda la noche y ahora se sentía mucho más relajada.
Se imaginaba momentos antes del segundo encuentro con Alfred. Decidió en aquel momento que compraría aquel conjunto verde-limón que tanto le había gustado: la falda la ayudaría a lucir sus bellísimas piernas, que hasta ahora ocultaba bajo sus vaqueros.
-¡Estaré preciosa! -expresó Sarah en voz alta.
-¿Y el niño? -preguntó Laura.
-Ya lo he pensado; inventaré en casa alguna excusa para poder salir yo sola con Alfred. Podré decir que voy a cenar a tu casa; podré decir que vamos al cine o de tiendas, podré decir... -explicaba Sarah a su amiga un tanto estresada.
-Podrás decir la verdad. ¿A qué viene esa necesidad de mentir? Tanto Helen como tú sois personas adultas, capaces de dirigir vuestra vida. No debes ocultarle a tu madre que tienes una relación con Alfred. Se alegrará, estoy segura -la contradijo Laura.
-¡No! Mi madre no se enterará de mi cita con Alfred y te pido, por favor, que me ayudes a organizarlo todo para que pueda estar tranquila y disfrutar de una maravillosa velada con él
-Pero Sarah, entiende que tu madre tiene todo el derecho a saber dónde estás puesto que va a ser ella quien cuide de Paul mientras tú estás fuera de casa. Sólo por esto deberías informarla  de tus futuros planes con Alfred -intentó convencer Laura a su amiga.
-Te vuelvo a repetir que es imposible que mi madre acepte que yo pueda enamorarme de alguien y, menos aún, que llegue a tener una relación seria con esa persona -la felicidad y la alegría de Sarah se estaban convirtiendo en nerviosismo y enfado al hablar de Helen.
-Está bien, yo te ayudaré en lo que necesites. Si quieres que organice una cena en mi casa, así lo haré.
Laura trató de animarla:
- ¡Venga vuelve a contarme el beso de Alfred y la pasión de su mirada! Así volverás a lucir la radiante sonrisa con la que has amanecido. ¡Mi niña está enamorada y a partir de ahora sólo podrá sonreír! -gritó Laura poniéndose de pie y elevando un brazo en señal de victoria.
Laura notó toda la alegría que sentía Sarah. Deseaba ayudarla en cuanto pudiera, pues ya era hora de que se sintiera amada por alguien y disfrutara de la felicidad que merecía.
De pronto, el rostro de Sarah se oscureció levemente pues había desaparecido por completo la luz que lo iluminaba desde la noche anterior.
Sarah confesó a su amiga:
- Solamente te he contado una parte de lo ocurrido. Las emociones no acabaron cuando me despedí de Alfred.
-¿Qué ocurrió después? Cuéntame qué pasó luego, ¡vamos! -preguntó muy curiosa.
-Encontré a William en el supermercado. Paul y yo cenamos con él en una hamburguesería. Después nos acompañó a casa pero antes de marcharse me propuso una cita -confesó.
-¡Dios mío! No puedo creer que ayer ligaras con dos hombres. Sarah, ¿qué te ha ocurrido? -Laura estaba completamente sorprendida, esa no era la Sarah que ella conocía.
-Me preocupa que William se interese por mí. Es un buen hombre pero sólo eso. Yo sólo puedo pensar en Alfred.
-No te preocupes. En unos días William sabrá que Alfred y tú estáis juntos y se alejará de ti -explicó Laura. Sus palabras supusieron un gran alivio para Sarah, que sólo sentía afecto hacia William.
-Eso espero, William es un hombre magnífico y supongo que no sería demasiado difícil enamorarse de él pero en mi corazón ahora sólo hay sitio para Alfred -concluyó muy segura Sarah.
De repente, la puerta del Taylor’s coffee shop se abrió y apareció la silueta de Steven Taylor. Las dos camareras corrieron hacia el almacén para coger sus uniformes y comenzar su jornada laboral. Habían pasado veinte minutos, los clientes estarían a punto de llegar para tomar sus desayunos y ellas ni tan siquiera habían encendido la cafetera.
-¿Por qué no está todo preparado? -gritó Steven.
-Disculpe señor Taylor, ya mismo encendemos la cafetera y bajamos las sillas -explicó Laura a su jefe. -En un segundo estará todo preparado para cuando lleguen los primeros clientes.
-Y así será. No os pago para que estéis todo el día cuchicheando sobre tonterías. ¡A trabajar! -gritó Steven Taylor antes de cerrar la puerta de su despacho con un fuerte golpe.

6 comentarios:

  1. Estoy enganchada a la novela. ´Por favor, publica con más asiduidad! Creo que Sarah se está precipitando, pero ¿quién no se ha precipitado alguna vez?
    Gracias y besos.

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  2. Hola querida Clara, soy DarkPrinccs, una de las escritoras de Guardianes de la Noche. Bueno, he visto tu comentario recien, porque se que dejamos muy abandonado el blog, pero ya volvere a seguir la historia, porque a mi me encanta, yo escribi la mayoria de los capitulos y bueno, como toda escritora, cada uno ama sus propias obras y quieren que tengan final y que sean del agrado de los que lo leen... Asi que aqui vengo a avisarte que pronto volvere a subir capitulo, y pues, que ya te sigo con mi blog personal "DarkPrinccs" =)
    Cuidate, y muchos deseos de buena suerte con tu historia.. me gusto esa declaracion de que solo puede pensar en Alfred jajaja
    Besos

    Au revoir

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  3. si clara es una novela que estoy escribiendo lo que leiste e solo la presentacion tienes un blog genial te sigo

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  4. Dark Princcs,

    Me encanta saber que pronto conoceremos más de la historia. Espero que sigas esta.

    Besos

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  5. Mariajo,

    Muchas gracias por tus palabras

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  6. Hola Clara. Aquí estoy, gracias a tu invitación,la que dejaste en mi blog "extrangótica". Agradezco también tu comentario en el. Desde hoy te sigo, y te deseo el mayor de los éxitos.
    Un abrazo desde Ciudad de Buenos Aires


    PD: tengo tres blogs más, te invito a visitarlos

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